En un nuevo encuentro con artistas, les presentamos a Flavia Conti, arquitecta de profesión, pero artista en esencia, como se autodenomina. Nos relata cómo vivencia sus producciones, su actualidad creativa y su paso por nuestra galería. Los invitamos a conocerla y descubrir cómo comparte su pasión por el arte.

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“...tomé la decisión de salir a la luz y mostrar mi arte.”

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¿Cómo llegaste al arte?

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Llegué al arte gracias a que tengo unos padres muy perceptivos. Ellos vieron que con unas hojas y unos colores era feliz y desde siempre me acompañan y guían. No recuerdo parte de mi vida sin arte. Me nutrí de manera autodidacta pero también gracias a mi carrera profesional como arquitecta. Después de mucho tiempo de dedicarle a mi estudio de arquitectura, tuve la oportunidad de tomar distancia para enfocarme en el arte. Abrí mi taller de arte para adultos y niños, y de a poco comencé a abrirme caminos, desde el diseño de escenografía, por ejemplo. Luego llegó la pandemia, entonces me dí tiempos de introspección para pensar y crear. Pude regalarme ese tiempo, y empecé a pintar aspirando a algo más grande, y eso fue un paso muy importante. No me da miedo tomar decisiones y abrazo los cambios. No niego que me dio miedo dejar mi profesión y dedicarme al arte, pero comencé a enseñar el arte desde mis conocimientos y mi metodología poco convencional. 

Desde el año pasado tomé la decisión de salir a la luz y mostrar mi arte.

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Y actualmente ¿con qué disciplina te sentís identificada o con qué técnica representas a tu obra? Y en cuanto a mensaje a tu obra, ¿Qué es lo que intentas de manera expresiva comunicar con tus producciones?

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Me identifico con la pintura. Me interesa el dibujo estilográfico, que tiene que ver con mis inicios en arquitectura, y mis producciones tienen mucho de eso.  Amo los colores y soy abstracta. 

Cuando realicé mi primera Clínica de obra en Art Factory, primero no sabía lo que pintaba, pero luego aprendí que lo que hago es una abstracción orgánica. Lo mismo sucedió cuando trabajamos sobre el mensaje, para mí era algo intuitivo que salía a mares de mis manos y sin control, sin pensar, y eso me ponía nerviosa. Me preguntaba constantemente “¿qué es lo que estoy haciendo? ¿qué mensaje quiero dejar?”. Después me dí cuenta lo que me faltaba y comencé a mirar puntualmente mi obra llegando a la conclusión de que pinto mis emociones, lo que soy, utilizando el color como medio de expresión.

Mi mensaje tiene que ver con los comienzos, con mi vida como un río, que corre y corre, y esas “piedras” que aparecen en mis producciones son mis propias piedras en el camino de las que todos hablamos, son piedras que ayudan a reencontrarse, a aprender. El agua tiene cintura, sortea todo, es el río de mi vida.

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“Mis obras tienen muchos colores, así es mi vida pura energía,

así la vivo y es lo que pinto.”

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¿En qué estás trabajando actualmente?

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Comencé a trabajar con una serie sobre “los elementales”, que serían los seres mitológicos y energías básicas originarias de todo: fuego, aire, tierra, agua. Soy fanática de la mitología celta, de la energía de la vida. En la primera parte trabajé sobre el agua de vida que llamé “Océanos del alma”, donde surgieron seres que me acompañaban y los vinculé con mi familia. Hice un cambio, una evolución, y entonces me surgió la idea desde el concepto de metamorfosis, desde el transmutar, para que estos seres despeguen del agua y surjan alas. Allí me fui al aire y es en lo que estoy trabajando actualmente, buscando la luz y el brillo propio en estas nuevas creaciones. Seguramente luego me iré a la tierra y por último al fuego. Pero si hay algo que me caracteriza es que siempre estoy en mis obras, de un color distinto al resto y mimética en el fondo.

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“Art Factory fue como el hada madrina...

me recibieron con los brazos abiertos.”

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¿Cómo diste con Art Factory? Contame un poco de tu experiencia.

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Art factory fue como el hada madrina con su varita mágica. Durante todo el año pasado busqué salir a la luz y que se viera mi trabajo. Me di cuenta que los artistas exponían virtualmente, comencé a anotarme en exposiciones virtuales. En julio de 2021 me anoté en un concurso internacional en Nueva York y obtuve dos menciones. Esa experiencia me dijo que hay una respuesta, y seguí buscando, pero no encontraba un espacio. Me encontré con el llamado a exposición de Art Factory, pero yo estaba a 100km de la galería, de vacaciones, entonces escribí mostrando mi trabajo. Enseguida se pusieron en contacto conmigo y me invitaron a pasar a conocer el espacio, me recibieron con los brazos abiertos. Andrea, su directora, vio mi obra dando su punto de vista, y pude visitar personalmente la galería. Volví a Rosario, donde actualmente vivo, con mis ideas renovadas, y lo primero que hice fue mandar los cuadros y algunas zapatillas intervenidas. Recuerdo que Andrea me hizo un comentario: “vos tenés el cincuenta por ciento del camino transitado, que equivale a tener tu propia impronta, pero ¿qué querés hacer de tu vida? porque si querés vivir del arte eso implica un trabajo de tiempo completo.” Esa observación me ayudó a posicionarme más aún en la idea de ser una artista de tiempo completo. Estoy inmensamente agradecida.

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¿Cuál es tu mensaje para los lectores, tanto artistas como público en general?

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Les diría que cuando se quiere se puede, que no hay que aflojar. Cuando tenés sueños y objetivos en la vida no hay que bajar los brazos, hay que apuntar y tirar. Se van a encontrar con mil trabas porque la vida funciona así, pero que tomen las trabas, aprendan de ellas y las utilicen a su favor. No se queden sin probar. Mis obras tienen muchos colores, así es mi vida pura energía, así la vivo y es lo que pinto.